Cada cierto tiempo, en los últimos años, sale en la prensa algún reportaje sobre el fenómeno childfree o, como lo traduce la wikipedia, “sin hijos por elección”. En efecto, el término childfree (libre de hijos) se generalizó a partir de los años setenta para sustituir al más peyorativo childless (carente de hijos), enriqueciéndose con el matiz positivo y desafiante de quien ha tomado conscientemente la decisión de no reproducirse.
Se trata de un tema muy polémico y es fácil que haya bronca (al menos en Internet, un espacio tan propicio para el linchamiento). Generalmente, los sin hijos suelen presentarse como el bando minoritario que se siente injustamente atacado por las hordas pronatalistas, que representarían el bando mainstream y que, muchas veces, aparecen como una legión de borregos adocenados que tienen hijos así porque sí, por tenerlos, tomando a la ligera una decisión tan importante.
miércoles, 28 de agosto de 2013
miércoles, 7 de agosto de 2013
A vueltas con el instinto maternal
Hace unos meses tomé parte en uno de los cursos
de Nociones Comunes. Era sobre crianza y cuidados, un tema que ha pasado a
ser "mi tema" desde poco después de que naciera mi primer hijo, Bam
Bam, en 2009. Una de las cuestiones que no tuvimos tiempo de debatir fue la del
instinto maternal.
Es un tema bien complicado, en el que se
entremezclan grandes dosis de conocimiento especializado y cantidades aún mayores
de prejuicios ideológicos. Yo no soy ninguna experta, ni tampoco puedo
presumir de estar libre de prejuicios. Pero confío en que estas notas que
preparé para aquel curso puedan ser de utilidad para situar el debate en un
terreno más o menos razonable. Que no es poco: en efecto, muchas veces la
discusión parte de posiciones bastante poco sensatas.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)