El Congreso acaba de aprobar una propuesta para igualar los permisos de maternidad y paternidad. Que quede claro que soy partidaria de esta medida. He
firmado varias veces a favor de esta iniciativa y he respetado siempre el
trabajo de la PPIINA.
Para mí, el argumento básico a favor es que la ley no debe
discriminar a los padres que desean comprometerse en la crianza de sus hijos,
por más que no sean, todavía, una mayoría, y por más que no exista en la calle
un movimiento de base a favor de esta legislación.
También está el argumento, en absoluto
desdeñable, de que evitará al menos una parte de las fuentes de discriminación
de la mujer en el ámbito laboral.
Y además, le veo un potencial interesante
de transformación social. No me extrañaría nada que una parte de ese grupo de
padres que, por principio, se sienten menos implicados en la crianza de sus
hijos, descubran, al ver ampliarse el tiempo que pueden dedicarles, las mismas cosas
que hemos descubierto algunas mujeres durante nuestros permisos. Esas cosas que nos han llevado a muchas a reclamar aún más tiempo con ellos, a
defender nuestro derecho a implicarnos aún más en su crianza y a rechazar aún
más el horizonte del mercado laboral como única vía a la realización personal.
Y por ahí es justamente por donde vienen
mis quejas: ¿cuántos años llevamos las mujeres luchando por una ampliación del
permiso maternal? De las misérrimas 16 semanas de nuestra legislación hasta las
20, las 24, las 32 o incluso más, han sido numerosísimas las iniciativas que se
han sucedido a lo largo de los años reclamando más tiempo con nuestros hijos.
Este amplio movimiento de mujeres ha sido sistemáticamente ninguneado no solo
por los poderes públicos, que siempre recurren al omnipresente “no hay dinero”
sino, lo que me parece más grave, por un sector importante del movimiento
feminista que parece seguir enfangado en visiones trasnochadas según las cuales
la maternidad y la crianza son solo lastres y lugares de opresión y sacrificio.
Y eso es lo que me fastidia de lo relativamente rápido y fácil que ha pasado
esta propuesta de ampliación del permiso paternal impulsada por la PIINA. Una iniciativa extraordinariamente bien recibida por distintas fuerzas políticas que, sin embargo, cuenta con una base social bastante escasa. Sospecho que esta propuesta ha sido tomado en serio por dos motivos: en primer lugar, porque
no era una reivindicación exclusiva o fundamentalmente de mujeres y, en segundo
lugar, porque contaba con el nihil obstat
de ese sector del feminismo viejuno y dogmático que ha perfeccionado con el
tiempo su funcionamiento como lobby.
Este lobby siempre ha expresado sus
reticencias ante las reivindicaciones de ampliar el permiso de maternidad (y
aún más si sus argumentos hacían
referencia a las recomendaciones sobre lactancia de la OMS y las distintas
asociaciones de pediatría), por considerar que depreciaría aún más la posición
de la mujer en el mercado laboral, ignorando sistemáticamente la voluntad de una mayoría de mujeres que, en efecto, sufren discriminación en el empleo por sus
maternidades y, aun así, siguen pidiendo bajas más largas. Esas mismas mujeres
que no ven que se haga prácticamente ningún esfuerzo institucional en la lucha
contra su discriminación en tanto que madres –ni inspección laboral, ni multas,
ni nada por el estilo; no digamos ya soluciones más imaginativas– que no pase
por exigirles tácitamente que renuncien a su maternidad o la externalicen de
algún modo. Esas mismas mujeres que ven cómo la dedicación maternal ha pasado a
convertirse en un lujo, en una cuestión de clase que pocas veces se aborda como
tal.
No hay objeción, en cualquier caso yo defendería un aumento de semanas proporcional, tanto para las madres como para los padres, quien tenemos hijas e hijos sabemos que por lo menos dos años, pero claro no es suficiente, habría que cambiar los servicios públicos, los espacios urbanos, la cultura adultocéntrica de bares, restaurantes, cines, teatros, horarios, progrmaciones, bibliotecas,... sin guajes.
ResponderEliminarsaludos.
Marta
Hola, me gustaron tus palabras en la 2 después de ver la película de Archero Mañas, y me he dedicado esta mañana a buscarte en la red.
ResponderEliminarMe parece tu aportación que hace reflexionar sobre un tema de vital importancia en la sociedad.
Muchas gracias.
Un saludo.